Desde hace un tiempo no me dejan pinchar en fiestas. Creo que yo también cargo con el complejo durante toda mi vida universitaria y me termino por contener incluso cuando son en mi casa. Solo explicaré que me terminaron por decir con cierto sarcasmo —y en parte lo entendí ese domingo por la mañana— “Me encanta la música de Bob Esponja que estás poniendo”. Como un sintagma lógico, la frase de aquella amiga —sí, me ofendió— llevaba dentro toda una ristra de verdades culturales.
Hay que aclarar que no era una fiesta: era una quedada literaria. Había parte a mi favor, la situación permitía un poco de esnobismo hablando de Tolstoi mientras removíamos el patxarán en los hielos. La música de dibujos animados a la que se refería esta amiga era Chet Atkins, el Paco de Lucía americano. El mismo que le dijo a Dolly Parton que no llegaría muy lejos si seguía vistiendo así, pese a la bella canción que tenían juntos. Yo no tuve la persistencia que sí tuvo Dolly y dejé a otro poner la música. Me recliné en el sofá y, como efecto reflejo (quizá para esquivar mi ridículo), noté el chispazo. La conexión que iluminó por un segundo mi imaginación, siempre ociosa de buscar referencias donde no las hay, viene con la canción que versionaba el viejo Chet en su Gibson. Mistery Man, de los Shadows, un grupo nacido en el 58 y que brilla en los sesenta en ese olvidado género que es el Rock Surf.
Nunca he estado en California, pero creo que puedo imaginármela. Sus fiestas en las playas surfistas de Malibú, los jóvenes de clase media perdiendo la vergüenza y chicas rubias estrenando sus primeros bikinis, no hablando precisamente de Tolstói. En ellas se gestó un Rock n’ Roll con ese ritmo Tum pa pa dun CHAS. Sonidos para una juventud mucho más movida, que se salía del viejo compas del blues y no cantaba las canciones porque no tenían siquiera letra (para eso ya estaban los angelicales Beach Boys). ¿Quién baila sin un estribillo pegadizo? ¿Eso es posible? Todo adocescente wanabi tiene en su cueva ese cartel de cine Uma Thurman fumando de negro en la cama. Aquella escena de robo a mano armada de Tarantino nos hace saltar del sillón por el grito de su guitarra Fender: es Dick Dale tocando su Misirlou.
En realidad he mentido. Mi sueño de pinchar encontró el único hueco legal que imaginé. Convencí a una conocida, también forofa de romantizar el pasado, de que celebrase una fiesta de disfraces cincuentera. Como Tolstói dijo: "Los dos guerreros más poderosos con los que se puede contar son la paciencia y el tiempo".
Mis esperanzas para montarla a la altura de mis sueños californianos se truncaron la noche que se celebró. El Rock más clásico paseó un rato, pero en cuanto llegaron más médicos sin disfraz el reggaeton volvió por incómoda unanimidad. Por su parte, el género del Rock Surf ha tenido más suerte, como pude descubrir. No está muerto; más bien ha mutado, como los habitantes de fondo Bikini.
¿Qué tienen que ver Drácula, el surf y México? Esta mezcla que parece la premisa de una película de serie B vintage es la estética de sus bandas hoy por todo el globo. Los Messer Chups son una banda de origen ruso que aglutina los viejos monstruos de universal electrificados por sus melodías de guitarra. Los mexicanos de Lost Acapulco se visten con máscaras de luchadores, haciendo su versión de este género bizarro. Todas ellas aprovechan cualquier melodía popular para electrificarla en Rock Surf, ninguna se salva de sus amplificadores. Viendo sus shows, parecen un collage de pedazos pop de los 50 y 60, romantizados por los pocos que no estuvimos ahí para contarlo.
En cuanto a Bob, diremos que su creador, Stephen Hillenburg (1961-2018), llevó la California que le vio crecer al programa infantil más famoso del mundo. La banda sonora de sus primeras temporadas está plagada de referencias a esa época dorada del rock californiano y sus canciones Surf. Esta guinda final era algo complicada, pero estoy convencido de que si mi amiga lo hubiera entendido no se hubiese ido tan pronto aquella noche. “A un gran corazón ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”. Tolstoi me sigue reconfortando.
(Texto inspirado por las columnas del periodista Jacinto Antón).
Anuncio de las guitarras Fender de los 60. (Buzzy Trent, Santa Monica, California)
¿Qué no sabes que es el Rock Surf? ponte los auriculares